Del 4 al 12 de julio de 2012, se disputó la 35ª edición de este prestigioso Open, encuadrado en el Circuit Català.
A diferencia de otros torneos, Barberà (y Badalona este año) tienen la buena ocurrencia de dividir a los jugadores en 3 grupos por ELO, siendo el grupo C el más asequible para jugadores como este humilde cronista (ELO FIDE hasta 1849 y ELO català hasta 1950).
El grupo B, mucho más duro, con ELO FIDE hasta 2149 y el grupo A, palabras mayores, con toda la artillería ajedrecística.
En el grupo A, Javi Amores y Cristián Fernández participaban para coger experiencia, ganar alguna buena partida a un rival fuerte y mejorar su, ya de por sí bueno, ajedrez. Mal torneo para Javi Amores que, a pesar de empezar con un brillante empate (estando algo mejor para mi “fritz” mental) con el MI LLuis Perpinyà, acabó retirándose. Creo que jugar seguido después de Montcada no es una buena idea, teniendo el Campeonato de España a la vista. Acabó con 1,5 de 6 y se dejó algún puntillo de ELO FIDE.
Cristian Fernández, se pidió 2 byes consecutivos (ya nos explicará los motivos, a todas luces misteriosos) y consiguió 3 puntos en las 4 últimas partidas (2 empates y 2 victorias) contra rivales muy inferiores en ELO FIDE (aunque cualquiera es temible en estos torneos). Sin duda, nuestro joven maestro tendrá mejores torneos y los podremos comentar en esta web.
En el grupo B, un solitario Javier Morais de entre los molletenses, consiguió 5,5 puntos y quedó 22 de la clasificación final, siendo el número 19 del ranking. No tuvo sus mejores partidas nuestro jugador que perdió con 3 rivales, a priori inferiores en ELO y en juego a un jugador que defenderá el décimo tablero del Mollet A y que está peleando por subir ELO. De todas maneras, un torneo aceptable, ya que con una victoria en la última ronda, hubiera quedado en séptima posición. Es la ruleta rusa de la última partida y los desempates. Sin duda tendrá mejores torneos y brillará más que en Barberà.
En el grupo C, tengo que escribir en primera persona para explicar las sensaciones personales y la marcha del torneo. Ningún torneo es fácil. Encaraba el grupo C con el secreto objetivo, compartido con algún compañero de club, de pelear por el torneo. Pero siendo el 14 del ranking y viendo a algunos jugadores con los que me he enfrentado en otras ocasiones, me dije a mí mismo: “quedar de los 5 primeros está bien”. Para quitarme presion.
La primera ronda, de trámite, contra un rival de 1700 de ELO, fue rápida. La segunda, una partida que se me complicó al quedarme pasivo con blancas y que, siguiendo consejos de libros y jugadores con más nivel que recordé, me hicieron entregar calidad para desbloquear la posición y evitar las tablas o la derrota. La tercera partida fué una de las 2 más duras sin contar la derrota. Contra un buen jugador, de 1924 de ELO, me encontré con peón de menos en un final, con posición un tanto peor para él. Con blancas, tomé la iniciativa y, tras un fuerte ataque, acabé ganando. Con 3 de 3, empecé a pensar que la cosa iba bien (demasiado bien y me puse alerta). En la cuarta partida, me enfrentaba al veterano y experimentado Joe Rahal, padre del MI Michael Rahal, que juega sólido y es difícil de ganar (de hecho, estuvo luchando por el subcampeonato hasta la última partida). La verdad es que jugando mi apertura favorita con blancas, me quedé ganado en 14 jugadas y le gane pieza. Joe, un caballero, al intentar desbloquear la posición y buscar algo de ataque, abandonó 3 jugadas más tarde. Y me encontré, en solitario, con 4 puntos de 4, ya que en la segunda mesa, hubo tablas. Afrontaba la ronda 5 contra Iñaki Orio del Cerdanyola al que había ganado en 2009 pero que suele ser duro de roer y cuesta ganar. En aquella ocasión en 80 jugadas, pero en Barberà 2012, en menos de 20 jugadas estaba perdido. Me levanté con 5 de 5 y un vértigo extraño. Había sido demasiado fácil ganar las 2 últimas. Y, no falla, en la sexta ronda, contra David Martí, del Gerunda, me dejé atacar jugando con blancas pero, cómo mi rival no se había enrocado y no supo rematar lo que, honestamente, tenía ganado, acabé atacando duramente y llevándome el sexto punto de seis posibles. Y en la séptima ronda, el único jugador que podía ya pararme para que no fuese campeón en la octava ronda, una antes del final, era Jonathan Terrones de Les Franqueses al que ataqué fuertemente en el ala de dama desde justo antes de enrocarse largo y al que tuve toda la partida en vilo. Al final, cayó el septimo punto. No me lo creía. Y tenía 7 puntos y todos mis rivales 5,5. Con una victoria era campeón. Me emparejan con Emili Martinez, del Badalona. Jugador correoso, combativo y que no da un punto por perdido. Pues llego el día de la partida, 5 minutos tarde y me pide tablas antes de jugar. Pues no. Consulto con algún GM amigo y otros jugadores y me dicen que, el desempate nunca se sabe del todo y que… Me pongo a jugar y, tras rechazar sus tablas una decena de veces y ver que en las mesas 2 y 3 las cosas eran inciertas, no arriesgo a jugármelo en la última y juego una de mis mejores partidas en el torneo. 8 de 8, campeón y para casa. La última partida, reconozco que la jugué pasivo y sin motivación, y me duele decirlo, y caí contra el que, a la postre, resultó subcampeón. No sé si hubiera debido pedirle tablas o no, pero 8 de 9 es un resultado magnífico.
Helena Ruiz López tuvo un destacado papel en el torneo, siendo la mejor femenina del grupo consiguiendo 5 de 9 y ganando en el desempate a la venezolana Génesis Sequera con los mismos puntos. Joan Caro no tuvo, ni de lejos, su mejor torneo, perdiendo 4 partidas consecutivas (con calidad de menos en las 4 partidas). Acabo con 4 puntos para lavar su honor, pero pensando en que otro año será. Pol Becerra tampoco tuvo su torneo y, a pesar de ganar a Joan Caro, acabó con 2,5 puntos, un bagaje justito para un jugador que juega mucho mejor de lo que jugó en Barberà. Y Antonio Castañeda, que es capaz de lo mejor y lo peor en un mismo mes. Es capaz de ganar un torneo o tener una participacion destacada como en Llinars 2012, o de hacer 5 de 8 (se pidió un bye) en un torneo en el que, sin duda, podía hacer mucho más.
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